En los tiempos que corren, ofrecer optimismo parece signo de estulticia y asumo que Sáez sea destrozado por todas las vías accesibles. No importa haber cogido un equipo que, en Asia-02, eliminó a Irlanda por penaltis y perdió con Corea y del que se jubilaron Nadal, Luis Enrique, Hierro y Mendieta, a los que valoro aunque no los eche de menos. Jaburu asumió el reto: organizar un nuevo equipo, incorporar jóvenes valores, reorganizar un sistema y de clasificar a España para Portugal-2004. Creo que no ha acertado en todo pero también sé que no lo ha hecho todo mal. Iñaki ha hecho mucho bien al fútbol español en las categorías inferiores y ofrecía esperanzas de ser un buen seleccionador absoluto. Debemos recordar que Francia quedó fuera del Mundial de Estados Unidos y que Alemania fue a la repesca contra Ucrania para estar en Corea. Nadie se rasgó las vestiduras: Alemania fue subcampeona del mundo en ese Mundial. Aquí, sin embargo, hay que matar. España nos ha roto la ilusión de clasificarse de forma directa, es verdad, y ahora nos queda esperar. El fracaso solo existe en la mente de quien lo conoce o lo desea. España puede perder porque solo pierden aquellos que juegan. Los entrenadores cumplen cada vez con un papel de menor relevancia y corresponde a los futbolistas, a esas megaestrellas interespaciales, sujetar el peso de la púrpura. Hay quien exige a Xabi Alonso, a Reyes, a Torres, ignorando quien los hizo internacionales. Otros pedimos a Valerón, a Raúl en su sitio, con Baraja o con otro… Sáez no es mi seleccionador ideal pero supo coger el toro por los cuernos y darle a los futbolistas una responsabilidad que éstos no han sabido afrontar con éxito en el tiempo pedido. Tienen prórroga. Salvo que haya que extraditar a Villar y a Padrón para justificar lo injustificable. El fútbol solo admite una lectura. Y yo prefiero hoy el positivismo racional porque la cabeza de Sáez estará madura cuando elimine a Noruega.