16 Nov, 2012

España ofrece una degustación de fútbol en el Pacífico 1-5

RFEF – Gaspar Rosety, Ciudad de Panamá – 15-11-2012

Panamá es tierra de agua. El agua que se ve y que se respira en la frondosa humedad de la ciudad vieja y en el recuerdo legendario de Rommel Fernández, emblema histórico del país que une con ingeniería galáctica los dos mares. España se bebió toda el agua de un trago con su mejor fútbol y obsequió una exhibición de juego y goles a un país que recibió a La Roja con todos los honores.

Cuando allá por el mes de septiembre de 1513, Vasco Núñez de Balboa avistó la costa y bautizo el océano Pacífico como el Mar del Sur no podía imaginar que quinientos años más tarde, un puñado de valientes compatriotas repetiría el viaje y asombrarían al pueblo panameño.

Ya avisó del Bosque en la víspera a los incrédulos que España no venía a exhibirse sino a competir. Y lo hizo. Desde el primer minuto hasta el último y con un fútbol de academia, con una puesta en escena impecable y con futbolistas no habituales, en varios casos, en el once brillante de la Selección.

Con Juanfran en tareas de reivindicación, Albiol y Javi Martínez en la jerarquía del eje defensivo y Jordi Alba en funciones de lateral y extremo, Del Bosque situó a Beñat, un  futbolista de equipo grande, junto a Sergio Busquets en la zona de corte y creación para dotar el ataque con cuatro elementos espectaculares, como son Iniesta, Mata, Villa y Pedro.   Cada oleada ofensiva era un avance a territorio enemigo que arrasaba como un huracán cuanto salía a su paso. La Panamá del genial Dely Valdés asistía, con una mezcla de espectador y admirador,  a un fútbol inalcanzable.

Iniesta sirvió dos genialidades de su chistera para asistir a Pedro, éste hizo un quiebro con el cuerpo, dejó pasar el balón entre sus piernas y al salir lo clavó cruzado. Se abría la lata y la fanaticada panameña se asombraba del repertorio. Era solo el principio. A continuación, Iniesta repitió con Villa y más tarde Mata le regaló otra pelota de oro a Pedro. El tinerfeño reiteró su amago y se llevó al portero Penedo, un héroe en el partido, para marcar el tercero.

Por el camino, se iban quedando jugadas y más jugadas, destellos de luz en el agua, juegos de palabras enlazados en las botas de los mejores futbolistas del planeta y la afición boquiabierta, entre el calor y la sed, entre la humedad del Canal y el asombro.

Sergio Ramos se vistió de frac para lanzar una falta desde la frontal y convirtió un balón en un meteorito volador. Destino a la escuadra, acarició las redes y subió el cuarto. El final llevó la firma de Susaeta. Jugadón de Beñat para Navas, centro mortal a la frontal del área chica y gol de debutante. Un penalty final sobre Barahona se convirtió en las botas de Gómez en el gol del honor local.

Es difícil jugar mejor, motivarse más, rendir por encima del calor y la humedad de este istmo que une el centro y el sur de América. La España delbosquiana deslumbró e hizo disfrutar a propios y a extraños. Ofreció una degustación, en palabras del director general de Sportyou, Elías Israel,  de sabores, entre las arepitas y los tamalitos clásicos de esta bella parte de la tierra, una exhibición de aromas y paladares impregnados de futbol y de arte pero también de sacrificio, solidaridad, labor de equipo, tenacidad, constancia y una enorme generosidad en los apoyos al compañero. Un dulce placer para los sentidos.  Me voy de Panamá convencido de que a Vasco Núñez de Balboa le hubiera encantado estar hoy aquí con nosotros, cinco siglos más tarde.