8 Mar, 2014

Sergio y Diego, como hermanos.

Hace nueve meses, nadie hubiera pronosticado que dos futbolistas permanentemente enfrentados fueran capaces de aparcar sus cuitas y caminar de la mano en la búsqueda de un objetivo común. Sergio Ramos es, sin duda, uno de los grandes líderes del fútbol español desde hace muchos años. Apuntaba personalidad en el Sevilla y adquirió carisma en el Real Madrid. La Selección Nacional le confirió los galones que deben adornar a todo aquel que quiera encabezar cualquier movimiento de masas.ramoscosta

Por su parte, Diego Costa es un hombre de muy distintas circunstancias. Tuvo que vagar por muchos terrenos de juego y por equipos más modestos, el Peñafiel, el Sporting de Braga, el Rayo Vallecano, para ganarse el pan y la gloria a sus veinticinco años. Al mismo tiempo, creció como futbolista y como goleador y en el Atlético ha explotado como un gran futbolista. Me recuerda en algo a Hugo Sánchez, que conseguía encabritar a todos los rivales hasta provocarles una desazón insuperable. Diego es bravo y provocador, conoce las tretas del callejero y sabe hacer goles de pajarita, como el que le marcó a su ahora amigo Ramos en la última final de Copa.

Luiz Felipe Scolari lo incluyó en su lista, lo concentró pero no creyó en él. España confió en su juego. Tanto el Rayo, que lo situó en el escaparate, como el Atlético de Madrid que lo encumbró, especialmente con Diego Pablo Simeone que le ha sacado el máximo rendimiento, Costa se ha destapado.

Sergio y Diego las han tenido de todos los colores y han protagonizado choques de toda naturaleza. Sin embargo, el hispano-brasileño confirmó su ilusión por vestir la camiseta roja en lugar de la amarilla.  “Todo lo que tengo me lo ha dado España”, fue su reflexión. En el último Madrid-Atleti, Ramos y Costa se trataron de manera diferente. Ambos jugaron al límite de la defensa de sus equipos pero, entre ellos, hubo cierta complicidad y un enorme respeto. Ya sabían que serían compañeros en la Selección. Al terminar el partido en el Vicente Calderón, Costa se refirió a Ramos: “Sergio y yo ya somos casi como hermanos”.

Es una hermosa lección de deportividad, de madurez y de inteligencia. Quizá haya partidos de sus equipos en los que no confraternicen tanto pero la historia se escribe ya con distintos ánimos.