15 Ago, 2004

El futbol base en España

José Armando Ufarte, un gallego de Brasil que triunfó en el Atlético de Madrid, ha obrado otro éxito del balompié español. Los muchachos de la Selección Sub-19 se han proclamado campeones de Europa, lo que entraña que España ha mantenido su sitio en el podio continental y mundial. Lo ha hecho con calidad y entusiasmo y lo ha rematado con un golazo espectacular. Este triunfo aviva el debate, eterno debate, de que los niños siempre ganan y los mayores siempre pierden. A mi juicio, la planificación realizada en la Federación Española es correcta y previsora. Viene firmada por experto en el fútbol base como Iñaki Sáez, Juan Santisteban o, como en este caso concreto, Armando Ufarte. Los chicos sienten la camiseta como suya y asumen una responsabilidad nación al que brota por debajo de la ilusión por conseguir las cotas más altas. Forman un equipo y ejercen como tal. Estas victorias, sin embargo, no parecen contar en el buen trabajo de una Federación Española de Fútbol hostigada, perseguida y vilipendiada hasta la saciedad. Cuando se trata verdaderamente del trabajo específico y de la responsabilidad federativa, la organización y el cultivo del fútbol base, se elude el enorme mérito de estar siempre en finales europeas y mundiales. Los adultos, los profesionales, jamás reparten esas sensaciones de colectivo sentido y es que, no en vano, cada uno vive su club por encima de todas las cosas, vive sus colores como los brillos del euro y asume que el fútbol es ya una fuente de ingresos secundaria, una excusa para triunfar en el mundo de la publicidad y el marketing. La Selección sub-19 ha demostrado que la capacidad de sacrifico, la humildad, el sentimiento y la conciencia de país no se pueden profesionalizar, del mismo modo que el amor no se puede alquilar. Luego se puede ganar o perder pero las bases deben sentarse. Cuando alguien tiene algo que merece la pena no debe dejarlo escapar. Por favor, sujeten a estos chicos, que no se hagan nunca mayores.