Este invierno, Enrique Cerezo, presidente del Atlético de Madrid, tuvo un nieto, de nombre Roberto, que vino con Síndrome de Down. A Enrique, lejos de perder la felicidad, muy lejos de pensar que había recibido un problema, se le iluminó la cara y prometió que ese niño tendría la mejor sonrisa de Madrid.
No sé si serán para Roberto todas las sonrisas que este año están esbozando los seguidores del Atlético de Madrid pero cierto es que no son pocas. El gran éxito del club reside en el fichaje de Cholo Simeone. Encarna los valores tradicionales de la familia atlética, que se hace grande a través de la lucha y el sacrificio sin renunciar a la calidad. Otros, ofrecen solo calidad y renuncian al sacrificio. Nadie dijo que fuera fácil plantarle cara a los grandes expresos europeos, que son también los españoles, y sólo se puede alcanzar esa capacidad si se conjugan la calidad y el sacrificio.
La luz de Simeone tiene grandes ventajas y convierte a los buenos en muy buenos y a los que ya son muy buenos los convierte en los mejores. La gran cualidad de Cholo es que aumenta el valor de sus futbolistas porque consigue que ellos crean que pueden hacer lo que él les dice que tienen que alcanzar. Desde la humildad del “partido a partido”, tradicional en sus ruedas de prensa, ha evitado la presión que supone establecer el objetivo final en el título.
No sabemos si el Atlético de Madrid se coronará campeón en Europa, en España o en ninguna de ambas partes. Lo que me importa, y con lo que me quedo, es con la escuela de un entrenador que ha sabido imbuir a su plantilla del mejor estilo de la casa, ese por el que se dejaron piel Adelardo, Collar, San Román, Gárate, Aparicio, hasta el propio Cholo. Ha creado una manera de entender el fútbol y todos la hemos aprehendido como nuestra. Considero que es tan diferente y tan legítima como del Barcelona que arrasó los últimos años.
El nieto de Cerezo tiene capacidades distintas a las de otros niños pero su cabecita de bebé ya respira un aire de alegría y serenidad, de placidez en su entorno, que procede de las victorias que alimentan sus sentimientos. Quizá por eso, aun sin saberlo del todo, su abuelo Enrique prometió que tendría la mejor sonrisa de Madrid. Y resulta obvio que hace todo lo posible por ella.